jueves, 10 de noviembre de 2011

Caoba

Tengo a mi madre en casa. Todos los días le paso un paño para quitarle el polvo y esas minúsculas gotas, semejantes a sudor, que desprende su cuerpo.

Ya no digo que es mi madre. Me recomendaban la visita a un psiquiatra. Ahora guardo un absoluto silencio respecto a la estatua de madera, tamaño natural, que me observa silente desde un rincón de mi estudio.

El caso de su desaparición se mantiene abierto para todos excepto para mí que conozco la rocambolesca verdad…(Leer más en Falsaria o en la pestaña Relatos de este blog-



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