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                                                      SER    ESCRITOR



La Real Academia de la Lengua Española está equivocada cuando se limita a definir la palabra escritor como aquel que escribe. Esto es lo que piensan muchos de los amantes del arte de escribir. Empleo este eufemismo en honor a la humildad que les lleva a rechazar este otro término: “círculos literarios”.

Para muchos, la palabra escritor es sagrada y, cual tótem de la tribu, se cuidan muy bien de emplearla y de que otros hagan uso de ella .

Foto: Guillermo Fernández
Existen escritores con una Hoja de Vida en la que se reflejan sus logros y otros que luchan por adquirir un reconocimiento externo que les permita rellenarla. Existen escritores geniales que pasan a la historia, los hay buenos que brillan en la sociedad en la que están insertos, los hay mediocres con su círculo especial de adeptos y los hay malos a los que no se les puede leer aunque se intente. Pero todos son escritores porque aman la literatura, porque se esfuerzan en dar forma a sus ideas, pensamientos, elucubraciones y fantasías.


En la mayoría de los casos, el escritor es un pluriempleado que considera su trabajo como una afición en público y, en privado, como un oficio al que dedica horas y por el que no percibe, en la gran mayoría de los casos, una retribución monetaria. Un pluriempleado que teme el desprecio ajeno si se autodenomina escritor.

No existe un certificado que acredite a una persona como escritor, no existe una diplomatura, ni una licenciatura, ni un doctorado, entonces ¿a qué se deben esos escrúpulos?

Así como algunas profesiones han querido rodearse de un halo de prestigio que las eleve por encima del vulgo y les aporte un respeto inmediato,  el oficio de escritor está rodeado de un halo romántico que le sitúa más allá del común de los mortales. Por eso no puede emplearse indiscriminadamente, piensan muchos, y dejan lo que se ha convertido en un adjetivo de alcurnia para aquellos que han triunfado.

Quienes han logrado que se les denomine escritores, son los primeros en poner muy alto el listón, asegurándose de este modo un status.

Un escritor debe tener la máxima ambición y saber que lo importante no es la fama o el ser escritor sino escribir, encadenarse de por vida a un noble pero implacable amo, un amo que no hace concesiones y que a los verdaderos escritores los lleva por el camino de la amargura, como muy bien se aprecia en frases como esta de Marguerite Duras: «Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos.»” Enrique Vila-Matas

Los propios escritores, con su afán por complicarse la vida, rizan el rizo al autoanalizar una actividad hoy día más popular que nunca. ¿A qué se refiere Vila-Matas con eso de “verdaderos escritores”? ¿Es que existen falsos escritores? Afortunadamente, más abajo desliza unas frases que alivian la tensión: “…como decía Italo Svevo, (escribir) es lo mejor que podemos hacer en esta vida y, precisamente por ser lo mejor, deberíamos desear que lo hiciera todo el mundo…” Enrique Vila-Matas.


En los tiempos que corren, tenemos acceso a cualquier tipo de texto en el mundo virtual de internet y de forma gratuita. Lo único que se precisa es un poco de crítica para distinguir la calidad y esto los lectores lo hacemos de forma innata. Si un escrito nos “engancha”, el que lo ha escrito, ya que no el escritor, se convierte en transmisor y, con ello, ha logrado su objetivo.

Seamos más sencillos, por favor, escritor es el que escribe y punto. Y si existe un baremo o una nota precisa para adquirir el grado, por favor, háganosla saber para no incurrir en delito.





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